Orar a Dios es muy importante

Nuestra fortaleza viene solamente de nuestro Dios, cuando vamos delante de Él, pues Él nos escucha y extiende Su poderosa mano y nos ayuda.

Orar a Dios es muy importante, pero no lo hagamos solo cuando estemos en necesidad, también en momentos en que nos encontremos en paz debemos hacerlo, por esto oremos para darle gracias, para adorar Su nombre, elevar Su nombre sobre todas las alturas, reconocerle por Su gran amor y bondad.

Es importante tener en cuenta el orar a Dios, ir a un lugar tranquilo para orar y meditar en el Señor. Algo que el salmista David hacía, era ir siempre delante de Dios, ya sea pidiendo ayuda o agradeciendo por todo lo que había traído a su vida. Es por eso que David dice lo siguiente:

1 ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?

2 ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, Con tristezas en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?

3 Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío; Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte;

4 Para que no diga mi enemigo: Lo vencí. Mis enemigos se alegrarían, si yo resbalara.

5 Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu salvación.

6 Cantaré a Jehová, Porque me ha hecho bien.

Salmos 13:1-6

La oración que vemos aquí muestra a David pidiendo ayuda al Señor en tiempo de aflicción. Recordemos que David era un hombre que, aunque fallaba delante de Dios, también buscaba la obediencia. No era que el Señor dejara de librarlo, sino que, por medio de la disciplina, aprendía a depender más de Su gracia. Aun en medio de sus debilidades, David nunca dejó de acudir a Dios, lo cual nos enseña que la oración es el camino seguro hacia la fortaleza espiritual.

Esto nos enseña que debemos ir siempre delante de Dios, humillarnos, orar de todo corazón, ser fieles a Su llamado, y hacer como el salmista David, cantar salmos al nombre del Dios Todopoderoso.

La oración no debe limitarse únicamente a los momentos de crisis. Cuando todo parece marchar bien, es igualmente necesario doblar rodillas y levantar la voz al cielo. Muchas veces el ser humano busca a Dios solo en tiempos de tormenta, olvidando que también en tiempos de calma necesitamos fortalecer nuestra comunión con Él. La gratitud, la alabanza y la adoración son expresiones de un corazón que reconoce que sin Dios no puede vivir.

Jesús mismo nos dio el ejemplo de la importancia de la oración. En varias ocasiones se apartaba a lugares solitarios para orar al Padre (Marcos 1:35). Él, siendo el Hijo de Dios, sabía que la fuerza espiritual solo se renueva en la presencia divina. Si el mismo Señor Jesucristo oraba constantemente, ¿cuánto más nosotros debemos hacerlo?

Orar también nos ayuda a mantener la paz en medio de la incertidumbre. La carta a los Filipenses nos recuerda: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). La oración no solo es pedir, es también confiar, descansar y depositar toda carga en las manos de Aquel que todo lo puede.

Otra enseñanza importante es que la oración sincera transforma nuestro carácter. No se trata de repeticiones vacías, sino de un diálogo real con Dios que nos lleva a ser más humildes, más agradecidos y más sensibles a Su voluntad. Así como David terminó su oración en el Salmo 13 con confianza y gozo, nosotros también debemos aprender a concluir nuestras oraciones con fe, aunque estemos pasando por pruebas.

Querido lector, que este mensaje te motive a acercarte más a Dios en oración. No esperes a que lleguen los problemas para doblar tus rodillas, hazlo cada día, en la mañana, en la tarde y en la noche. Reconoce al Señor como tu refugio y tu fortaleza. Como David, canta a Jehová porque Él ha hecho y seguirá haciendo grandes cosas en tu vida. En la oración encontrarás el alivio, la guía y la seguridad que solo provienen del Dios Todopoderoso.

En conclusión, la oración es un arma poderosa que nos conecta directamente con el cielo. Nos fortalece en la debilidad, nos consuela en la tristeza y nos recuerda que Dios siempre está a nuestro lado. Haz de la oración un hábito diario, no solo una salida de emergencia. Ora con gratitud, ora con confianza y ora con perseverancia, porque aquel que se acerca al Padre nunca será defraudado.

Andad en santidad
Acércate a Dios y Él se acercará a ti