Es importante siempre tener la paz del Señor en nuestros corazones, porque si tenemos la paz del Señor en nuestras vidas, pues donde quiera que vayamos nos sentiremos bien y seguros. Dios está contigo. ¿Cómo estar en completa paz? Lo primero es buscándole cada día, a cada momento, estar sometido bajo Sus estatutos, obedecerle y hacer sacrificios en Su nombre.
Solo Dios es quien nos puede dar esa paz que día a día necesitamos, por eso es que debemos confiar en el caminar bajo Su voluntad divina. El profeta Isaías nos habla sobre esto:
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.
Isaías 26:3
El profeta Isaías se estaba refiriendo a que Dios era quien iba a traer paz y cuidado a todo el pueblo, a todos los que en Él creían y confiaban. «Tu guardarás en completa paz», es decir, estaba dando a entender que solo Dios es quien puede dar esa paz y amor que todo ser humano pueda tener, por eso es que él se refiera al pueblo de Israel con estas palabras, para que todos siguieran depositando toda su confianza en el Señor.
Él le decía al pueblo que perseveraran en sus pensamientos, es decir, que solo piensen en seguir al Señor, de guardarse de todo tipo de malos pensamientos, de hacer la voluntad divina del Señor.
Así que, hermanos. Guardémonos en el Señor, permanezcamos con buenos pensamientos bajo la voluntad divina del Señor, y la paz del Señor nos rodeará siempre.
La paz que sobrepasa todo entendimiento
El apóstol Pablo también habló sobre esta paz en su carta a los filipenses, afirmando que “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7). Esta declaración nos recuerda que la paz que Dios nos da no se explica con la lógica humana, porque no depende de las circunstancias externas, sino de la presencia de Cristo en nuestras vidas. Una persona puede estar pasando por pruebas duras, pero si confía en el Señor, sentirá una paz que el mundo no puede dar ni quitar.
Esa paz no significa ausencia de problemas, sino presencia de Dios en medio de ellos. Es como un río que fluye serenamente aunque alrededor haya tormentas. Jesús mismo dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). Por eso debemos aferrarnos a esta promesa y no permitir que las preocupaciones nos roben la paz que Cristo ya nos dio.
Cómo mantenernos en esa paz
Mantener la paz del Señor requiere disciplina espiritual. Es necesario cultivar una vida de oración constante, meditar en la Palabra de Dios y apartar tiempo para la adoración. No podemos pretender vivir en paz si nuestra mente está saturada de ansiedad, ira o pensamientos negativos. Debemos, como dice Isaías, perseverar en el pensamiento puesto en el Señor. Cuando nuestros ojos están fijos en Dios, lo terrenal pierde fuerza y el alma encuentra descanso.
Otro aspecto clave es la obediencia. Muchas veces perdemos la paz porque desobedecemos los mandamientos del Señor. El pecado trae culpa, y la culpa roba la paz. Pero si permanecemos en obediencia y arrepentimiento constante, la gracia de Dios nos cubre y su paz nos rodea como un escudo.
Palabras finales
Querido hermano, la paz de Dios es un tesoro incomparable, un regalo divino que debemos guardar con diligencia. No la busques en las riquezas, en el éxito, ni en las personas, porque todo eso es pasajero. La verdadera paz solo se encuentra en Cristo. Persevera en el Señor, guarda tu mente en Sus promesas, aparta tu corazón de la ansiedad y confía plenamente en Él. Así, experimentarás lo que Isaías y Pablo proclamaron: una paz completa, firme, que guarda tu vida aun en medio de las pruebas.
Hoy el Señor te recuerda que su paz está disponible para ti. No importa lo que enfrentes, no importa cuán fuerte sea la tormenta, si tu confianza está en Dios, vivirás en descanso. Que tus pensamientos se mantengan firmes en Él, y que cada día puedas repetir con convicción: “Señor, en Ti confío, y en Ti encuentro paz”.