¿De quién viene nuestra fortaleza? ¿Acaso no viene de la mano poderosa de Dios? Dios es quien nos ayuda cada día, Él es nuestro guía y refugio.
Confiemos en el Señor, porque Dios es quien extiende Su mano para que podamos continuar, tus esfuerzos no son en vano, porque pronto esa recompensa que tanto esperas te será entregada en el tiempo que el Señor lo determine, solo cree y confía y sigue adelante en el nombre del Señor.
No te detengas, escucha la voz de Dios que dice: «Hijo mío esfuérzate y sigue adelante, no te detengas porque yo soy Tu Dios quien abre caminos, quien quita las pierdas de tropiezo para que puedas pasara por el camino».
Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, Y tome aliento vuestro corazón.
Salmos 31:24
El Señor mismo nos manda a no nos detenernos, porque todos los que esperan al Señor deben pedir al Dios Todopoderoso nuevas fuerzas, servir al Señor con todo el corazón, un corazón humillado, dispuesto a obedecer a Dios.
No estamos solos, si Él dijo «esfuérzate», es porque Él caminará de la mano contigo. Dios fiel a Su promesa, Él manda a que nuestros corazones tomen aliento, porque sabemos que este esfuerzo es grande y peligroso, pero si Dios está contigo, ¿quién contra ti? Él derrumbará todo lo que esté en tu camino, todo lo que quiera impedir que te esfuerces.
Alaba al Señor, espera en Él, no dejes que el desaliento derrumbe tus esfuerzos en el Señor. Dios está en los cielos y mira tus esfuerzos.
Nuestra fortaleza está en Cristo
El apóstol Pablo escribió en Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Este versículo nos recuerda que la fortaleza no está en nuestras capacidades, ni en lo que podamos alcanzar con nuestras propias fuerzas, sino en la gracia y el poder de Cristo que habita en nosotros. Cuando estamos cansados, Él es nuestra energía; cuando sentimos que ya no podemos, Él nos sostiene.
La fortaleza que Dios nos da no siempre significa ausencia de pruebas, sino la seguridad de que en medio de ellas podremos salir adelante. Es la misma fortaleza que sostuvo a Moisés frente al Faraón, a Josué en la conquista de Canaán y a David cuando enfrentó a Goliat. Todos ellos confiaron en el Señor y vieron Su poder manifestarse.
Un llamado a perseverar
El esfuerzo que Dios pide no es simplemente físico, sino espiritual. Es un llamado a perseverar en la oración, en la fe y en la obediencia. A veces las pruebas nos desgastan, los problemas parecen interminables y el enemigo quiere robarnos la esperanza. Pero Dios nos invita a mirar hacia adelante, confiando en que lo que hoy parece un valle oscuro, mañana será un testimonio de Su fidelidad.
Jesús mismo dijo en Juan 16:33: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Esa es la mayor garantía de fortaleza: Cristo ya venció, y en Él nosotros también vencemos.
Palabras finales
Querido hermano o hermana, si hoy te sientes sin fuerzas, recuerda que no estás solo. Dios es tu fortaleza, tu escudo y tu roca firme. Levántate con ánimo, confía en que el Señor sostiene tus pasos y que cada esfuerzo hecho en Su nombre tiene valor eterno. No permitas que el miedo ni el cansancio te detengan. Sigue avanzando, porque Dios camina delante de ti, abriendo puertas, derribando muros y fortaleciendo tu corazón. Alaba al Señor aun en medio de las pruebas, porque de Él viene tu fortaleza y tu victoria.