Oración por nuestros hijos
Señor, hacemos esta enorme oración a Ti, porque Tú nos escuchas, solo Tú inclinas Tus oídos para escuchar nuestras súplicas, y es por eso que Te pido por cada uno de nuestros hijos, ayúdalos oh Dios a ser obedientes y sabios.
Ayuda a los jóvenes Señor, guíalos por el buen camino, que ellos puedan conocer Tus sendas rectas, y que Tu misericordia los pueda alcanzar cada día, que ellos puedan recurrir a Ti en todo momento, solo Tú Señor los puedes cuidar.
Instrucciones de los proverbios para nuestros hijos
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de Tu madre;
Proverbios 6:20
En el libro de los Proverbios de Salomón vemos una y otra vez cómo se exhorta a los hijos a la obediencia, a seguir y guardar las buenas enseñanzas de los padres, que tomen sus consejos para bien, que cada vez que les pase por la mente hacer algo que no es correcto, que piensen en las enseñanzas de los padres y desistan de hacer el mal, porque estas buenas enseñanzas ayudan para bien.
Oh Señor, eso mismo te pedimos este día, que nuestros hijos sigan el buen camino, que no piensen apartarse nunca, y si algún día llegan esos malos pensamientos, que sea Tu mismo Espíritu Santo Señor iluminando la mente de ellos para apagar todo pensamiento que el maligno implanta en la mente de ellos.
Agradecimiento a Dios por nuestros hijos
Damos gracias con himnos de exaltación por Tu gran bendición Señor, no dejamos de presentarte nuestros hijos, dales cada día un entendimiento pleno, que ellos puedan entender que Tú los amas con un amor eterno. Ayúdalos a acudir a Ti en los momentos difíciles, a buscarte, a ser fieles a Tu llamado, y que ante todo sean fieles a Tus palabras, que no se aparte de ellos la sabiduría que Tú les das. Gracias te damos por ellos, Señor.
Palabras finales
La oración por nuestros hijos no es una práctica ocasional, sino una responsabilidad constante. Como padres, abuelos, tíos o líderes espirituales, tenemos el deber de presentar a los más jóvenes delante del Señor, sabiendo que solo en Sus manos estarán verdaderamente seguros. Podemos proveer educación, disciplina y cuidado, pero la protección que viene de lo alto sobrepasa cualquier esfuerzo humano. Por eso, cada súplica que elevamos a favor de nuestros hijos se convierte en un acto de fe y de confianza en la fidelidad de Dios.
La Biblia nos recuerda que los hijos son herencia del Señor (Salmos 127:3), lo cual significa que no son solo nuestros, sino que pertenecen primeramente a Dios. Esa realidad nos lleva a reconocer que debemos criarlos conforme a Sus mandamientos y poner en práctica principios de amor, corrección y enseñanza. Orar por ellos es un modo de reconocer que no tenemos el control absoluto, sino que dependemos del Creador que conoce su presente y su futuro.
En tiempos difíciles, la oración es un refugio. Cuando vemos a nuestros hijos enfrentando tentaciones, confusiones o decisiones importantes, debemos recordar que Dios está atento a nuestras súplicas y es poderoso para guiarlos. Cuando no sepamos qué hacer, la mejor decisión siempre será doblar rodillas y decir: «Señor, te entrego a mis hijos, guíalos por tu senda». Él nunca desoye una oración hecha con fe y amor.
Por eso, no nos cansemos de interceder. Hagamos de la oración por nuestros hijos un hábito diario, no esperando a que enfrenten problemas para clamar, sino presentándolos delante del Señor en todo tiempo. Agradezcamos sus logros, pongamos en Sus manos sus fracasos, y pidamos que en cada etapa de su vida sean sostenidos por la gracia divina. La oración abre camino para que nuestros hijos experimenten la presencia de Dios de una manera real y transformadora.
Que estas palabras finales sean un recordatorio para todos: la oración es la mejor herencia que podemos dejarles. Si oramos con fe, veremos la mano de Dios obrando en sus vidas. Así como Ana oró por Samuel y lo entregó al Señor, así también nosotros podemos confiar en que cada súplica hecha con amor será escuchada y contestada por nuestro Padre celestial. Sigamos orando, confiando y creyendo, porque nuestros hijos son amados por Dios más de lo que nosotros mismos podemos imaginar.