Una fe inquebrantable

Fe inquebrantable es lo que poseen aquellos que aún en los momentos críticos que se presentan cada día, siguen agarrados de la roca firme que es nuestro Dios.

Al tener fe inquebrantable, nos mantenemos firmes todo el tiempo, con regocijo y con anhelo de adorar el nombre del Señor, agradeciendo por todos los momentos de angustia de podamos vivir, esta fe nos sustenta, nos da nuevas fuerzas, nos llena de valor para así poder enfrentar nuestros temores y poder vencer en el nombre del Señor.

Esta fe inquebrantable nos ayuda tanto, que aunque nos despidan de nuestro empleo, alabemos el nombre del Señor, que aunque nos quiten la casa, esta fe seguirá firme en nuestras vidas. En verdad esta es una fe inquebrantable.

Por eso es bueno que si no tienes esta fe, te arrodilles y pidas al Señor que te ayude a tener esta fe inquebrantable, esta fe que no se cae pase lo que pase, porque esta fe fue dada por nuestro Dios creador de todas las cosas.

Es importante tener fe, ya que sin ésta es imposible agradar a Dios, es tal como nos dice la misma Biblia, por la fe creemos en nuestro Señor, que aunque no le hemos visto, podemos sentirle, escucharle, y ver la manifestación de la naturaleza anunciando Su gran poder y autoridad.

Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.

Santiago 1:6

El apóstol Santiago no se equivoca al sugerir que cuando pidamos algo, que sea con fe y sin dudar. ¿Qué pasa con aquel que duda? Santiago nos dice que tal persona es como las olas del mar, que son arrastradas por el viento de aquí para allá. Podríamos decir entonces que una persona que duda es una persona que no permanece, sino que es arrastrado.

Otro versículo muy importante respecto al tema de la fe lo encontramos en Hebreos:

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

Hebreos 11:6

¿Cómo puede una persona sin fe agradar a Dios? Pidamos cada día a Dios que fortalezca nuestra fe y que nos ayude a confiar y a creer en Él cada día más.

La fe inquebrantable no se trata de una simple emoción pasajera, sino de una convicción profunda que sostiene al creyente incluso cuando las circunstancias parecen adversas. Esta fe no depende de lo que vemos, sino de lo que creemos en lo profundo de nuestro corazón. Por eso, quienes confían plenamente en Dios, aun en medio de la enfermedad, la escasez o la soledad, pueden levantar sus manos y decir: “Dios está conmigo, nada me faltará”.

A lo largo de la historia bíblica vemos ejemplos de hombres y mujeres que demostraron una fe firme. Abraham creyó en la promesa de Dios aun cuando parecía imposible, y esa fe le fue contada por justicia. Job, en medio de las pruebas más duras, pudo declarar: “Jehová dio, Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”. Estos testimonios nos muestran que la fe no se quiebra cuando está fundamentada en Dios.

Hoy en día, también enfrentamos situaciones que ponen a prueba nuestra confianza: problemas económicos, enfermedades repentinas, crisis familiares, incertidumbres laborales. Sin embargo, el llamado de Dios es el mismo: mantener una fe inquebrantable. La diferencia entre caer en la desesperación o mantenerse en pie está en dónde depositamos nuestra confianza. Si creemos que nuestro sustento viene solo de nosotros mismos, fácilmente caeremos. Pero si creemos que nuestro sustento viene de Dios, entonces nuestra vida estará sobre roca firme.

Esa fe inquebrantable también nos ayuda a ser testimonio para otros. Cuando alguien ve que, a pesar de la tormenta, seguimos confiando en Dios y levantando su nombre en adoración, puede animarse a buscar a ese mismo Dios que nos fortalece. Es decir, nuestra fe no solo nos sostiene a nosotros, sino que también inspira a quienes nos rodean.

Por lo tanto, cada día debemos alimentar nuestra fe leyendo la Palabra, orando y recordando todas las veces que Dios nos ha sostenido en el pasado. Así, cuando llegue la adversidad, tendremos convicciones firmes y no seremos como las olas del mar que se dejan arrastrar por cualquier viento de duda.

Querido lector, si hoy sientes que tu fe es débil o que las pruebas te han golpeado con fuerza, este es el momento para doblar tus rodillas y pedir al Señor que te llene de una fe inquebrantable. Una fe que resista las pruebas, que se mantenga viva, que te haga avanzar con esperanza y confianza en que Dios nunca abandona a quienes le buscan de corazón.

Recordemos siempre lo que dijo Jesús: “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”. Así de poderosa es la fe en las manos de quienes creen. Mantente firme, confía en Dios y permite que esa fe inquebrantable te acompañe todos los días de tu vida.

Dios es mi socorro, por eso alabaré Su nombre
Recompensas hay para quienes buscan al Señor