La victoria es del Señor y solo la obtienen aquellos que le siguen

Debemos saber que la victoria es del Señor y que solo Él la puede dar. No importa las adversidades por las cuales estés pasando, si Dios ha prometido darte la victoria, Él lo cumplirá por encima de cualquier circunstancia. Las limitaciones humanas nunca podrán frenar el poder de Dios, porque su palabra es fiel y verdadera. La Escritura dice que “el caballo se alista para el día de la batalla, mas Jehová es el que da la victoria” (Proverbios 21:31). Esto significa que, aunque nos preparemos y luchemos, al final la victoria no depende de nuestras fuerzas sino del Señor.

Si queremos obtener la victoria de nuestro Dios, debemos seguir al Señor con un corazón obediente. Solo aquellos que permanecen firmes en sus caminos pueden experimentar la victoria del Dios grande y fuerte. No es suficiente con desear la victoria, es necesario caminar en obediencia, confiar en sus promesas y depender de Él en todo momento. El apóstol Pablo lo expresó en Romanos 8:37: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.

Seguir al Señor nos hace sentir más seguros, nos transforma en personas diferentes. Cuando llegamos a los pies del Señor, nuestra mente cambia, nuestros pensamientos se renuevan y nuestra manera de vivir ya no se rige por el miedo sino por la fe. La victoria que Dios da no siempre es visible en el momento, pero Él obra en lo profundo de nuestras vidas. Todo lo que hacemos en el Señor prosperará, no porque sea fácil, sino porque Su presencia nos sostiene y nos dirige.

Muchos ejércitos del pueblo de Israel que pelearon en la antigüedad pudieron vencer en el nombre del Señor porque seguían sus mandatos con obediencia. Cuando el pueblo confiaba en Dios y dependía de su guía, eran invencibles frente a sus enemigos. La diferencia nunca fue la cantidad de soldados ni las armas que portaban, sino la presencia del Dios todopoderoso que peleaba por ellos. Así como Moisés levantó sus manos en oración mientras Israel peleaba contra Amalec (Éxodo 17:11-13), también nosotros debemos levantar nuestras manos espirituales en dependencia a Dios para que la victoria se manifieste.

En todas las batallas a donde iban, estos guerreros del Señor salían vencedores porque el mismo Dios estaba con ellos. La Biblia nos muestra con claridad que el éxito del pueblo no estaba en su estrategia militar, sino en su relación con el Dios de los ejércitos.

Estos son los reyes de la tierra que los hijos de Israel derrotaron y cuya tierra poseyeron al otro lado del Jordán hacia donde nace el sol, desde el arroyo de Arnón hasta el monte Hermón, y todo el Arabá al oriente.

Josué 12:1

¡Qué maravilla poder leer sobre estas grandes hazañas! Hombres como Moisés y Josué fueron instrumentos en las manos de Dios, conduciendo al pueblo en medio de ejércitos enemigos mucho más grandes, pero que no pudieron resistir el poder del Señor. Israel peleó contra naciones poderosas, contra guerreros entrenados, pero una y otra vez Dios les entregaba la victoria, confirmando que Él es el que pelea por su pueblo.

En Josué también vemos la fidelidad de Dios:

Y estos son los reyes de la tierra que derrotaron Josué y los hijos de Israel, a este lado del Jordán hacia el occidente, desde Baal-gad en el llano del Líbano hasta el monte de Halac que sube hacia Seir; y Josué dio la tierra en posesión a las tribus de Israel, conforme a su distribución.

Josué 12:7

El testimonio de Josué nos enseña que la victoria siempre está ligada a la obediencia. Dios había prometido la tierra, pero fue la fe y la obediencia del pueblo lo que les permitió poseerla. Lo mismo ocurre en nuestra vida espiritual: Dios ya ha prometido victoria, pero nosotros debemos caminar en obediencia para experimentar esa promesa.

Conclusión: La victoria del Señor no depende de nuestras fuerzas, estrategias o recursos, sino de su fidelidad y poder. Si seguimos sus pasos, si confiamos en Él con todo el corazón, seremos victoriosos. Puede que las batallas sean duras, que los enemigos se levanten y que las circunstancias nos hagan temblar, pero Dios siempre cumple su palabra. Recuerda: “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” (Éxodo 14:14). Confía en el Señor, permanece firme en su camino, y verás cómo tu vida será testimonio de la victoria que solo Él puede dar.

Al Señor cantaré alabanzas del corazón, porque me ha hecho libre
La Palabra de Dios nos guía