La sabiduría es uno de los mayores tesoros que todo ser humano puede alcanzar, y la Biblia nos enseña que esta no proviene de los hombres, sino de Dios mismo. Cuando buscamos a Dios con sinceridad, Él se encarga de darnos entendimiento, claridad y dirección para nuestras vidas. Todo lo que sabemos y aprendemos tiene mayor valor si lo sometemos bajo la voluntad del Señor, porque solo así podremos caminar seguros en el camino correcto.
Por nuestro Señor Dios Todopoderoso es que recibimos buena enseñanza y sabiduría. Todo lo que Él nos da es bueno, sabiduría y buen entendimiento solo vienen de Él. Alabemos Su Santo nombre porque podemos aprender más y más de Ti Señor.
Nuestro mejor guía eres y has sido Tú mi Señor, Tú me has hecho aprender sobre Ti y sobre todas las cosas que están escritas en Tu Santa Palabra, y es por eso que hoy puedo entender Tu Santa y Bendita voluntad. Te agradecemos Señor porque Tú eres bueno y maravilloso y cada día nos ayudas a tener conocimiento.
Recordemos que toda buena sabiduría viene de Dios. El Señor es quien nos puede dar lo mejor, porque solo Sus enseñanzas nos ayudan a que podamos avanzar en Su Nombre.
1 Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, Y estad atentos, para que conozcáis cordura.
2 Porque os doy buena enseñanza; No desamparéis mi ley.
3 Porque yo también fui hijo de mi padre, Delicado y único delante de mi madre.
4 Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás.
Proverbios 4:1-4
En los versículos anteriores de los Proverbios de Salomón podemos ver que nos habla de las enseñanzas de un padre con su hijo, de cómo son y de cómo deben ser, pero sobre todo de la enseñanza de nuestro Padre Celestial que está en los cielos, el Creador de todo. Demos gracias por esta hermosa enseñanza que cada día Él nos da. No dejemos de alabarle en todo tiempo y dar alabanzas por Su sabiduría en nuestras vidas.
Cuando recibimos sabiduría de parte de Dios, nuestra manera de pensar cambia por completo. Ya no tomamos decisiones basadas en impulsos o emociones, sino que aprendemos a esperar en la dirección del Señor. Esto nos da seguridad, porque sabemos que Su voluntad siempre es perfecta, aunque a veces no la entendamos en el momento. La enseñanza divina nos prepara para enfrentar los retos de la vida con madurez, paciencia y fe.
Un ejemplo de esto lo vemos en la vida de Salomón, quien pidió a Dios sabiduría para gobernar al pueblo de Israel. Su petición no fue egoísta ni ambiciosa, sino que reconoció que la verdadera capacidad para dirigir venía solo de Dios. Y el Señor se agradó de él y le concedió sabiduría, entendimiento y también bendiciones materiales. Así también, cuando pedimos sabiduría con un corazón sincero, Dios nos la da abundantemente.
En la vida diaria, cada decisión que tomamos requiere de guía divina: desde la manera en que criamos a nuestros hijos, hasta cómo manejamos nuestras finanzas, relaciones y trabajos. El ser humano, por sí solo, puede tropezar fácilmente, pero quien tiene la enseñanza de Dios puede caminar con seguridad. Esa es la diferencia entre quien se apoya en su propia prudencia y quien confía en el Señor.
Es importante también reconocer que la sabiduría de Dios no se limita a acumular conocimiento intelectual. La verdadera sabiduría se manifiesta en cómo vivimos, en cómo tratamos a los demás y en la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo. Por eso la Biblia nos invita a atesorar la Palabra de Dios en el corazón, porque ella ilumina nuestro caminar.
Querido lector, no desprecies la enseñanza de Dios. Así como un padre amoroso instruye a su hijo para que no se desvíe, así nuestro Padre Celestial nos guía a través de Su Palabra y de Su Espíritu Santo. Cada mandamiento, cada consejo y cada promesa escrita en la Biblia tiene un propósito de bien para nuestras vidas. Atesoremos esa sabiduría y no la cambiemos por las filosofías pasajeras del mundo.
En conclusión, la enseñanza de Dios es un regalo invaluable que debemos valorar cada día. La sabiduría del Señor es la que nos ayuda a vivir con propósito, a enfrentar los momentos difíciles y a tomar decisiones correctas. Alabemos al Señor porque no nos ha dejado sin dirección, sino que nos ha dado Su Palabra como lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino. Busquemos siempre la sabiduría de lo alto, porque solo ella nos conducirá a la vida abundante que Dios tiene preparada para Sus hijos.