Muchos creen que pueden hacer todo por sí mismos o piensan que son poderosos, tanto que quieren compararse con Dios, pero ignoran que el poder de Dios es demasiado grande, Él mira la tierra y todos sus habitantes tiemblan delante de Él. Debemos humillarnos todos delante del altísimo Dios poderoso y Creador de todos las cosas. A Él sean las alabanzas de todo el mundo, por los siglos de los siglos amén.
Solo cuando leemos la Biblia, vemos que hubo uno que se levantó y dijo que quería subir al trono y ser igual que Él, pero ¿qué pasó con este que fue creado por el Dios Todopoderoso? Éste fue destituido de la gloria de Dios, porque Dios no comparte Su poder, ni Su gloria con nadie, después de Él solo, es Él, no hay otro principio, porque Él es el único principio de todo. Así, que, oh morador de la tierra, humíllate y canta alabanzas a Tu Dios que es poderoso y que Su poder es sobre todas las cosas.
Todo lo creado, así como todo lo que respira en este mundo, debe dar gloria y pleitesía a Dios, cantando cánticos y reconociendo Su gloria y poder por los cuatros extremo de la tierra.
Sobre el poder de Dios, la Biblia nos dice:
17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Apocalipsis 1:17-18
Esta fue unas de las visiones de Juan, está muy claro lo que dice el Dios Todopoderoso, digno de majestad, Juan no soportó estar de pie ante la presencia de Dios, tanto así que cayó como muerto. Nadie es como Él, una vez estuvo muerto, pero ahora vive por los siglos de los siglos. Este es nuestro Dios, alabemos Su nombre para siempre, porque solo Él es el único que tiene el poder y toda autoridad sobre todas las cosas.
El hombre a lo largo de la historia ha intentado levantarse con orgullo, pretendiendo tener un poder que solo corresponde al Creador. Desde los imperios antiguos hasta los gobernantes actuales, muchos han querido atribuirse la gloria y la soberanía, pero todos ellos han sido testigos de que el poder humano es limitado y pasajero. El poder de Dios, en cambio, es eterno y no se desgasta con el tiempo, porque Su autoridad no depende de circunstancias terrenales, sino de Su esencia divina.
Podemos ver en la Biblia ejemplos claros de cómo Dios se manifestó con poder para demostrar que Él es el único Señor. En Egipto, el faraón endureció su corazón, pero Dios mostró Su poder a través de plagas que nadie pudo detener. En los tiempos de Elías, los falsos profetas clamaban a sus dioses sin recibir respuesta, mientras que el fuego del cielo descendió para confirmar que Jehová es el Dios verdadero. Estos pasajes nos enseñan que la gloria de Dios no se comparte, y que al final toda rodilla se doblará ante Su grandeza.
Cuando reflexionamos sobre el poder de Dios, también entendemos que Su grandeza no se limita a la manifestación de Su fuerza, sino que Su amor y misericordia son igualmente parte de ese poder. El mismo Dios que sostiene los cielos con Su palabra es el que también escucha las oraciones más sencillas de un hijo suyo. Él es grande para salvar y también para consolar al que está quebrantado. Así lo recuerda el salmista cuando dice: «Grande es el Señor, y digno de ser en gran manera alabado; y su grandeza es inescrutable» (Salmo 145:3).
Es importante que cada uno de nosotros se acerque a este Dios con un corazón humilde, reconociendo que todo lo que somos y tenemos procede de Él. No es nuestra fuerza, no es nuestra sabiduría, sino Su gracia la que nos sostiene cada día. Cuando nos olvidamos de esto, corremos el riesgo de enorgullecernos como aquel que quiso ocupar el trono de Dios y fue derribado. Pero cuando andamos en humildad, Dios nos levanta y nos bendice, porque «Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes» (Santiago 4:6).
Por lo tanto, querido lector, no pongas tu confianza en tu propio poder ni en la fortaleza de este mundo. Todo lo terrenal tiene fin, pero la palabra y la autoridad de Dios permanecen para siempre. Aprende a descansar en Él, a confiar en Su voluntad y a darle la gloria que solo le pertenece. Que tu vida sea un cántico de alabanza y que en cada acción puedas reflejar que reconoces al único y verdadero Dios.
En conclusión, el poder de Dios es incomprensible para la mente humana, pero podemos experimentarlo día tras día en nuestras vidas. Reconozcamos Su grandeza, adoremos Su santo nombre y vivamos confiados en que Su poder es suficiente para sostenernos, librarnos y llevarnos a la vida eterna. Alabemos siempre al Dios Todopoderoso, porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas, a Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.