Cómo abrir o iniciar un culto cristiano

Creemos que no hay mejor forma de iniciar o abrir un culto cristiano que saludando a la congregación e invitándola a ponerse de pie para leer un pasaje bíblico. Este momento no solo marca el inicio del servicio, sino que también dispone el corazón de los presentes para adorar y escuchar la Palabra de Dios. Es recomendable que la persona que está a cargo de la apertura del servicio cristiano tenga de antemano seleccionado un pasaje bíblico que vaya acorde con el tema que se estará exponiendo en la prédica de ese día. También puede seleccionar un pasaje que esté relacionado con el tipo de servicio que se vaya a realizar, ya sea un culto de adoración, de acción de gracias, de oración o de Santa Cena.

Lo anteriormente expuesto no tiene por qué ser exactamente así. También podemos seleccionar un pasaje bíblico que hable sobre estar en la casa del Señor y sobre la comunión con nuestros hermanos. La Palabra de Dios es amplia y rica en versículos que nos motivan a congregarnos, a vivir en unidad y a darle a Dios la gloria que solo a Él pertenece. Veamos algunos ejemplos:

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre.

Salmos 100:4

¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!

Salmos 133:1

Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.
Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios,
Que habitar en las moradas de maldad.

Salmos 84:10

no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

Hebreos 10:25

Estos versículos, y muchos otros, nos recuerdan el privilegio y la importancia de congregarnos. La apertura del culto debe reflejar justamente esto: el gozo de estar juntos en la presencia del Señor. No se trata solamente de seguir una costumbre, sino de reconocer que estar reunidos en la casa de Dios es un regalo invaluable, donde la fe de unos fortalece a otros y donde todos juntos elevamos un mismo clamor de adoración.

También podríamos escoger otras temáticas para la lectura de inicio del servicio cristiano, como la salvación que nos ha dado nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios manifestado en la cruz, la importancia de vivir en santidad, o pasajes que hablen sobre la oración y la confianza en el Señor. Todo dependerá de la dirección del Espíritu Santo y del propósito del servicio de ese día. Un buen inicio prepara el terreno para que la Palabra que será predicada caiga en corazones listos para recibirla.

Luego de la lectura, damos gracias a Dios por Su Santa y Bendita Palabra, le pedimos que nos ayude a entenderla y le agradecemos por permitirnos reunirnos para adorar Su nombre. Dentro de esa oración también podemos pedir por aquellos que aún están de camino hacia el templo, y por quienes no podrán asistir por diversas razones, para que el Señor les bendiga en el lugar donde estén. Es importante, además, orar para que Dios tome el control absoluto de lo que se hará en el servicio, que cada cántico, cada palabra y cada acción estén bajo la guía del Espíritu Santo.

Este momento de oración inicial es vital, pues nos recuerda que el culto no es un evento social más, sino un acto sagrado en el que buscamos la dirección de Dios. Pedimos que el Señor abra nuestros corazones, que perdone nuestras faltas y que nos llene de su gracia para poder ofrecerle una adoración sincera y genuina.

Luego, en esa misma comunión, creamos un ambiente de adoración e invitamos a los allí presentes a unirse al grupo de alabanza para entonar cantos de agradecimiento a nuestro Dios por el precioso regalo de salvación que nos ha dado. La música y la alabanza son poderosos medios que Dios usa para preparar el corazón del pueblo y exaltar Su grandeza. No importa si la congregación es pequeña o grande, lo importante es que cada uno se una con sinceridad para rendir homenaje al Señor.

Finalmente, después de este tiempo de lectura, oración y alabanza inicial, le cedemos el turno a la persona que estará encargada de continuar con el servicio. Todo lo que hemos hecho hasta ese momento habrá servido para abrir las puertas del corazón de la congregación y para recordar que lo más importante en un culto no es la rutina, sino la presencia misma de Dios en medio de su pueblo.

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