¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?

El salmo 73 escrito por Asaf, es un salmo que nos narra algo muy parecido a lo que vivimos hoy en día. En el inicio del mismo, el escritor muestra que casi se desvió de los caminos rectos porque veía cómo los malos prosperaban sin recibir castigo y él sintió envidia de ellos. ¿A cuántos no les ha pasado algo parecido?

A lo largo del capítulo él narra cómo el justo es azotado mientras el impío alcanza riquezas haciendo lo malo. Pero en un momento en que él visita el santuario del Señor, llega a entender que aunque el impío esté gozando en esta tierra, su final será triste.

Por eso al final de este salmo Asaf expresa:

25 ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.

26 Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.

27 Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta.

28 Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, Para contar todas tus obras.

Salmo 73:25-28

Cuando pases por tribulaciones recuerda que tenemos uno en los cielos que vela por nosotros, ¿para qué deseamos cosas de este mundo? Nuestra carne y corazón pueden desfallecer pero nuestra porción es Dios para siempre. No tengas envidia de los que se apartan del Señor y prosperan, pues al final perecerán, como dice el versículo 27 del salmo 73.

Pero acercarnos a Dios es lo mejor, en Él debe estar depositada nuestra confianza. Si al igual que este salmista en algún momento pensaste que estar fuera es mejor porque los malos prosperan, recuerda que su final será amargo y terrible, por tanto, sigue luchando en el Señor, porque Él nos ha prometido una herencia incorruptible, una morada celestial por la eternidad.

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¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos
En Tu nombre alzaré mis manos
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