Hoy en día se habla poco sobre el nuevo nacimiento, pero creo que hay una pregunta que cada creyente debe hacerse: ¿He nacido realmente de nuevo? Nacer de nuevo no es tan simple como ir todos los día sal templo. Cuando eres efectivamente una nueva criatura, hay una marca distintiva que demuestra que realmente lo eres.
Veamos que nos dice el apóstol Juan:
1 Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él.
2 En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos.
3 Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.
1 Juan 5:1-3
En la época apóstolica, en un tiempo donde esas costumbres judías eran bastante estrictas, se discutía mucho en las sinagogas sobre Jesús. Las discusiones se basaban en que los judíos que aún no creían, entendían que era blasfemia decir que este era Hijo de Dios o el Mesías prometido.
El pueblo de Israel sí creía en un Mesías, incluso, al día de hoy siguen creyendo en un Mesías. Y el punto aquí es que muchos de ellos , ayer y hoy, no creen que Jesús fue ese Mesías prometido. ¿Y tú, lo crees?
Entonces, lo que Juan está diciendo aquí es que si «crees», (no un creer superficial, sino doctrinal) que Jesús es ese Mesías prometido, entonces realmente has nacido de Dios.
Hoy día, así como el apóstol Pablo mantuvo esa batalla contra los que querían judaizar a la iglesia, tenemos también algunos hombres que nos quieren decir que para ser salvos necesitamos vivir ciertas costumbres hebreas, incluso, estos dicen que Jesús es un invento de los Romanos.
Oh amados hermanos, somos nacidos de Dios, y además de creer que Jesús es el Señor, esto también demanda de nosotros que guardemos Sus mandamientos, que amemos a nuestro prójimo, etc.
Y el guardar esos mandamientos como nacidos de nuevo que somos, no es algo molesto, sino que con paciencia corremos la carrera de la fe, como quien busca agradar a Dios en todo.