Jesús bendice a los niños

Una generación va dejando a otra, eso es lo lógico, y nuestro trabajo siempre será hacer que la próxima generación ame a Dios más de lo que nosotros lo hemos hecho. En Israel, una gran costumbre era que los padres enseñaran a los hijos sobre las grandes obras que Dios había hecho, para que no se olviden de que Dios es grande y poderoso, y lo mismo nos toca hoy, enseñar a nuestros hijos que Dios ha hecho obras grandiosas.

Este principio sigue siendo tan vigente como en los tiempos bíblicos. Lo que un padre siembra en el corazón de su hijo marcará su vida para siempre. Por eso, si sembramos la Palabra de Dios desde pequeños, cuando crezcan no se apartarán de ella. La enseñanza no debe limitarse al templo, sino que debe iniciar en casa, en las conversaciones diarias, en las oraciones antes de dormir y en cada situación cotidiana donde podamos recordar que todo lo que tenemos y somos proviene de Dios.

A veces me he preocupado mucho por el ritmo que lleva nuestro mundo, realmente son cosas que espantan, como la perversidad, la arrogancia, el consumismo, el entretenimiento, cómo todo esto está consumiendo en gran medida a nuestra generación. Imagínese usted, hay países hasta donde han intentado prohibir la oración y la lectura de la Biblia, ¿dejaremos de enseñar en casa a nuestros hijos quién es Dios? De ninguna manera.

Es cierto que vivimos en una época en la que las corrientes modernas buscan sacar a Dios del centro de la familia. Sin embargo, esto representa un llamado aún más urgente para que cada creyente asuma su responsabilidad de ser luz en medio de las tinieblas. No podemos delegar toda la formación espiritual de los niños únicamente a las iglesias, sino que debemos ser los primeros maestros en el hogar, mostrando con el ejemplo lo que significa vivir en obediencia a la Palabra de Dios.

En una ocasión traían los niños delante de Jesús y sus discípulos se molestaron:

15 Traían a él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos, les reprendieron.

16 Mas Jesús, llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.

17 De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

Lucas 18:15-17

Quiero que prestemos atención al verso 17, precisamente cuando Jesús dice: «Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis». ¿Estamos nosotros hoy día dejando a los niños venir a Jesús? ¿Desarrollamos métodos en nuestras iglesias para que los niños puedan aprender más de Jesús o solamente nos molestamos cuando hacen ruido en el templo?

Hoy en día, existen muchas herramientas que podemos usar para acercar a los niños al Señor: clases bíblicas dinámicas, canciones cristianas, materiales ilustrados, representaciones teatrales y recursos digitales que transmitan el mensaje de Cristo de una forma clara y comprensible. Lo importante no es entretenerlos sin propósito, sino guiar sus corazones a reconocer quién es Jesús y cuánto los ama.

Una forma de dejar venir a los niños a Jesús es enseñarles la Palabra de Dios y de esa manera los estamos acercando a Dios y su propósito.

Los niños desde temprana edad aprenden a pecar y por eso debemos enseñarles a esa temprana edad a venir a Jesús.

Cuando entendemos que el corazón del niño es como una tierra fértil, comprendemos la importancia de sembrar en él principios eternos. No debemos subestimar la capacidad que tienen de comprender el amor de Dios, de orar con fe sencilla y de confiar plenamente en las promesas del Señor. Así como Jesús valoró a los niños y los puso como ejemplo de humildad y sencillez, también nosotros debemos darles la importancia que merecen en el plan de Dios.

En conclusión, cada generación tiene la responsabilidad de transmitir la fe a la siguiente. Si fallamos en esa misión, el mundo tomará ventaja y llenará sus corazones de vanidades. Pero si cumplimos con amor y dedicación, veremos a nuestros hijos crecer como hombres y mujeres de fe, preparados para enfrentar un mundo que cada día se aleja más de Dios, pero con la certeza de que el Señor estará con ellos hasta el fin del mundo.

El gran poder de Dios
Si nos humillamos de corazón Dios nos perdonará