Firmes y preparados para la venida de Jesús

La Biblia habla claro sobre aquel día en el cual nos reuniremos con nuestro Padre celestial, y no debemos pensar que ese día está lejos, al contrario, no sabemos el día ni la hora, pero este evento pasará y debemos estar preparados.

Ya hemos visto muchas señales que el mismo Jesús anunció y debemos estar firmes y preparados para cuando ese día nos sorprenda, pues será en un abrir y cerrar de ojos.

Pero también debemos tener presente que muchos han partido de este mundo y ya se encuentran durmiendo esperando aquel gran día para ser levantados por nuestro Señor Jesús.

Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día.

Lucas 17:24

Será un día maravilloso queremos irnos con el Señor cuando esto ocurra. Así que, oremos y mantengamos la comunión en el Señor, estemos firmes, pidiendo fortalezas al Señor, para que podamos resistir en los días malos, para que Dios nos ayude y podamos verle cuando venga a buscar a su amada iglesia.

La importancia de vivir preparados

Cuando la Biblia nos recuerda que no sabemos el día ni la hora, no es para sembrar miedo, sino para mantenernos en una constante actitud de vigilancia y santidad. Vivir preparados significa caminar en obediencia, velar en oración y cultivar una relación diaria con nuestro Dios. De nada serviría decir con los labios que esperamos a Cristo si nuestro corazón y nuestras acciones muestran lo contrario.

El apóstol Pablo también habló de este gran día y exhortó a la iglesia a no dormirse espiritualmente. La preparación no es una carga pesada, sino un estilo de vida lleno de esperanza. Cada acto de obediencia, cada oración, cada momento de comunión con el Señor, nos acerca a estar listos para ese encuentro glorioso.

Los que duermen en Cristo

Es hermoso pensar que aquellos que ya partieron en la fe no están perdidos, sino que descansan esperando la voz de mando del Señor. La muerte para los creyentes no es el final, sino una pausa antes de la resurrección. La promesa de que los muertos en Cristo resucitarán primero debe darnos consuelo en los momentos de tristeza, recordándonos que volveremos a ver a nuestros seres queridos en la presencia de Dios.

Este mensaje de esperanza debe motivarnos a perseverar. Si otros ya alcanzaron la meta y esperan en reposo, nosotros debemos continuar corriendo con paciencia la carrera que tenemos por delante, fijando nuestros ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.

La venida como relámpago

Jesús mismo explicó que su venida será como un relámpago que cruza el cielo, algo repentino, inevitable y visible para todos. No habrá tiempo para improvisar la fe, ni para arrepentimientos de último momento. Por eso es vital que hoy, mientras se dice “hoy”, abramos nuestro corazón y nos mantengamos fieles a su Palabra.

Esa comparación con el relámpago también nos recuerda el poder y la gloria con que Cristo vendrá. No será algo secreto ni oculto, sino un acontecimiento majestuoso que estremecerá al mundo entero. Solo aquellos que estén en Cristo podrán verlo como su Salvador; los demás lo verán como Juez.

Vivir en comunión diaria

La mejor manera de estar listos para ese día es mantener una comunión diaria con Dios. Orar constantemente, leer las Escrituras, congregarnos con otros creyentes y obedecer su Palabra nos ayuda a permanecer firmes. La vida cristiana no es una carrera de velocidad, sino una maratón de resistencia, donde la perseverancia y la fidelidad son clave.

Pidamos cada día al Señor que nos dé fuerzas para resistir las tentaciones, sabiduría para enfrentar las pruebas y un corazón lleno de fe para esperar su venida con gozo. Cuando Cristo regrese, aquellos que hayan permanecido fieles recibirán la corona de vida y vivirán eternamente en la presencia del Padre.

Conclusión

El regreso de nuestro Señor Jesús es un acontecimiento seguro, aunque desconocemos cuándo sucederá. Lo cierto es que debemos vivir preparados, en santidad y en constante comunión con Dios. Así como el relámpago ilumina el cielo de extremo a extremo, así será su venida: gloriosa, poderosa e inevitable. Que cada día de nuestra vida sea una preparación para ese momento, y que podamos decir con convicción: “Ven, Señor Jesús”.

¿Será que ya Cristo viene?
Somos más que vencedores en Cristo Jesús