Ama al Señor por encima de todas tus dificultades

El amor hacia Dios debe ser el motor de nuestra vida, un amor que no se detiene ni se apaga cuando enfrentamos dificultades, sino que permanece firme en todo tiempo. Muchas veces, los problemas llegan para desanimarnos, para hacernos sentir que no podemos continuar, pero es allí donde debemos recordar que el amor de Dios es eterno y que nada en este mundo puede separarnos de Él. Amar a Dios en los buenos momentos es sencillo, pero la verdadera prueba de nuestro amor es mantenernos fieles en medio de las pruebas y tormentas de la vida.

No dejes de amar a Dios porque se presentó un problema en tu vida, porque no hay problema tan difícil que Dios no te pueda dar la solución.

Es en ese momento en que debemos amar más a nuestro Dios, por eso no miremos ese problema que viene a acabar con lo que Dios ha depositado en cada unos de nosotros.

Tus dificultades no pueden ser más importantes que Dios, pon en primer lugar a Aquel que puede hacer todas las cosas posibles, Dios es quien te puede ayudar, Él es más importante que todo y Él pasa por encima de tus problema y te da el camino para seguir en pie.

1 Amo a Jehová, pues ha oído Mi voz y mis súplicas;

2 Porque ha inclinado a mí su oído; Por tanto, le invocaré en todos mis días.

Salmos 116:1-2

Es evidente la aclamación del salmista por la bondad de Dios hacia a Él, porque Dios se inclinó y escuchó su clamor, por eso nosotros debemos expresar el amor que sentimos hacia el altísimo Dios, demostrar que en realidad su sacrificio valió la pena.

Este hombre dice «amo a Dios». Debemos entender que no es solo porque Dios se inclinó y escuchó nuestro clamor, sino que seamos agradecidos porque Dios se acuerda de nosotros. Dios es quien nos sostiene en medio de ese desierto que pasamos, porque sin Él no podemos hacer nada.

Por encima de todo debemos amar a Dios, nuestro amor no debe ser porque Dios cubrió nuestra necesidad o porque nos libró de la muerte. Ese amor expresado a Dios debe ser todo el tiempo.

Adora siempre el nombre de Dios, para que cuando vengan esos momentos malos no te sientas que estás alabando a Dios por las necesidades. Dios es grande y todo lo puede, Él es el dueño de todo y todo le obedece.

La vida cristiana no está exenta de dificultades. Jesús mismo dijo que en el mundo tendríamos aflicciones, pero también nos dio la promesa de que Él estaría con nosotros hasta el fin. Esta promesa nos invita a caminar con fe, confiando en que no importa cuán grandes sean los problemas, Dios tiene el poder para darnos la salida. Es en esas pruebas donde nuestro amor hacia Él se fortalece y crece, porque entendemos que nuestro socorro viene del Señor, Creador de los cielos y la tierra.

Cuando amas a Dios de corazón, tus ojos no se fijan en lo difícil de la circunstancia, sino en lo grande que es tu Dios. El salmista pudo decir “amo a Jehová” porque experimentó la fidelidad del Señor. Del mismo modo, cada uno de nosotros puede testificar que Dios se ha inclinado a escuchar nuestras súplicas. Este es un motivo suficiente para no dejar de amarlo jamás, sino seguirle con mayor compromiso y entrega.

Amar a Dios no debe ser algo condicionado por lo que recibimos de Él, sino un acto de gratitud y obediencia. La verdadera adoración nace de un corazón agradecido que reconoce que Dios es digno de honra en todo tiempo, con o sin abundancia, en la alegría y en el dolor. Recordemos que aun cuando somos infieles, Él permanece fiel, y eso nos debe impulsar a amarle más profundamente.

Conclusión: No permitas que los problemas o las pruebas sean un motivo para alejarte de Dios. Al contrario, que sean una oportunidad para demostrar tu amor incondicional hacia Él. Ama a Dios en todo momento, porque Él siempre tiene cuidado de ti, escucha tu oración y nunca te dejará solo. Que cada día podamos decir con convicción: “Amo a Jehová”, porque en su presencia encontramos vida, paz y esperanza eterna.

Acepta lo que Dios tiene para ti
Esta es la verdadera predicación