Es un privilegio ser perseguido por la causa de Cristo

Es más que un privilegio cuando padecemos por Cristo, pero no desmayemos porque Dios ha prometido ayudarnos hasta el fin. El sufrimiento por la causa del evangelio no es una señal de derrota, sino de fidelidad. Jesús nos advirtió que en este mundo tendríamos aflicciones, pero también nos aseguró que Él ha vencido al mundo. Por eso, lejos de desanimarnos, debemos considerar un honor ser partícipes de los padecimientos de Cristo, sabiendo que en ellos se manifiesta su gloria en nuestras vidas.

Jesús dejó al Espíritu Santo para que nos ayudara todos los días de nuestras vidas. Es decir, cuando padecemos por nuestro Señor, el Espíritu Santo nos da aliento, nos ayuda, nos fortalece y seguimos adelante en su santo nombre. Él es nuestro consolador en medio de la angustia y nuestro maestro que nos recuerda las promesas del Padre. Cada vez que enfrentamos persecución o rechazo, no estamos solos: el Espíritu de Dios habita en nosotros y nos sostiene con poder.

En la Biblia encontramos varios versículos que nos explican qué pasa cuando padecemos por la causa de Cristo y qué Él hará con nosotros. Son palabras que deben llenar nuestro corazón de esperanza, porque nos muestran que el sufrimiento no es en vano, sino que tiene un propósito eterno.

Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución;

2 Timoteo 3:12

Debemos tener bien claro que en el momento en el que decidamos entrar en los caminos de la verdad y la justicia, ya estaremos siendo perseguidos por el maligno y por todas las personas que están bajo su yugo. El evangelio incomoda a quienes viven en tinieblas, porque la luz revela lo que el pecado quiere ocultar. Así que, pongamos nuestra mirada solo en el Señor y creamos en Él, porque Él es fiel para sostenernos hasta el final.

Veamos qué nos dice Juan sobre la persecución:

Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.

Juan 15:18

Cristo fue aborrecido antes que nosotros, por traer las buenas nuevas del evangelio del Padre, para salvarnos y darnos vida eterna. Él sabía que sus seguidores enfrentarían el mismo rechazo que Él sufrió, pero también sabía que no estaríamos solos. Estas palabras son un recordatorio de que, si el mundo nos odia, debemos recordar que ya odiaron a nuestro Maestro. Eso nos conecta con Él en sus padecimientos y nos asegura que compartiremos también su gloria.

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos,
bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen,
y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

Mateo 5:44

Mateo nos arroja palabras muy alentadoras para que no miremos hacia atrás. En todo lo que estemos pasando, en vez de odiar a nuestros enemigos es mejor amarlos. Si ellos nos maldicen, nosotros debemos bendecirlos; si nos ultrajan, debemos orar por ellos. Esta enseñanza va contra la lógica humana, pero refleja el carácter de Cristo en nosotros. Al responder con amor al odio, mostramos que el evangelio ha transformado nuestro corazón.

El siguiente versículo de Marcos nos alienta a seguir adelante en el nombre de Jesús:

29 Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio,

30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.

Marcos 10:29-30

Lo que nos quieren decir los versículos anteriores es que cuando venimos a Jesús, debemos estar dispuestos a desprendernos de muchas cosas, y aun a padecer persecución. Pero la recompensa que recibiremos será grande. Cristo prometió que nada de lo que dejemos por amor a Él quedará sin recompensa. En Su presencia seremos reconocidos por ser fieles delante de Él. Y si morimos por Él, por Él seremos resucitados. Por eso, seamos fieles hasta la muerte, porque nos espera la corona de la vida. Con Jesús, todo sufrimiento se convierte en semilla de gloria y toda lágrima será enjugada por su mano poderosa.

En tu presencia hay plenitud de gozo
Riquezas, honra y vida: La remuneración del temor a Jehová