Tienes un talento, ¿qué haces con él?

Muchos piensan que no poseen ninguna habilidad o que no tienen un talento especial que ofrecer, pero la realidad es otra. Todo aquel que ha sido llamado por Dios y permanece en Su redil tiene algo que aportar. El Señor ha puesto en cada persona capacidades únicas, dones y talentos que no son para guardarlos, sino para ponerlos al servicio de Su obra. Por eso debemos reflexionar: ¿qué estamos haciendo con aquello que Dios nos ha entregado? Los talentos no son únicamente habilidades artísticas o grandes destrezas visibles, también pueden ser palabras de aliento, actos de servicio, generosidad o la disposición de escuchar y ayudar al necesitado.

Quizás digas que no tienes un talento, pero no es cierto, si estás en el redil, debes tener algún tipo de talento, algún don, algo que puedes compartir para hacer crecer la obra del Señor. Hay quienes tienen talentos pero no hacen nada con ellos, conociendo ellos que realmente tienen ese talento, porque es distinto una persona que no lo haya descubierto a otra que sabe que lo tiene y no lo usa para el Señor.

La Biblia nos habla de ambos comportamientos, del que hace algo con el talento y del que simplemente no hace nada. Al final, usted se preguntará a cuál de los dos pertenece:

14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.

15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.

16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.

17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.

18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

Mateo 25:14-18

Los dueños de esclavos tenían por costumbre irse a un lugar lejano, pero antes de irse escogían algunos esclavos para tareas específicas para que las desarrollasen, puesto que era lo más inteligente en el momento. Es por ello que nos dice que un hombre se fue lejos y llamó a sus siervos y les entregó sus bienes, a uno dio cinco talentos, a otro dos, a otro uno, simplemente dio a cada uno según su capacidad. Pero vea algo, este hombre dejó esos talentos con un propósito real y era el de encontrar más.

La Biblia nos dice que de estos tres hombres solo dos hicieron negocios y multiplicaron sus talentos, pero el que había recibido un talento lo enterró y no hizo ningún tipo de negocios con él.

Fíjese algo, este es un buen cuadro para nosotros. ¿Cuál de estos tipos de personas eres tú? El Señor Jesús nos ha entregado talentos, ¿qué hacemos con ellos? ¿Los enterramos? El Señor nos da talentos y es para que hagamos crecer el reino de Dios sobre la tierra, para que lo multipliquemos.

El talento que Dios te ha confiado no es para que lo escondas, sino para que lo uses con sabiduría. Hay quienes sirven enseñando, otros evangelizando, algunos cuidando a los más débiles, y otros administrando recursos para la obra del Señor. Sea cual sea tu don, lo importante es ponerlo en práctica, porque cada acción cuenta en la expansión del evangelio. Si lo guardamos por miedo, pereza o falta de fe, corremos el riesgo de ser hallados inútiles ante el Señor.

Así respondió el hombre que se fue lejos al siervo que no hizo nada su talento:

28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.

29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Mateo 25:28-30

Dios es justo y espera frutos de cada uno de nosotros. Si no hacemos nada con lo que se nos ha entregado, lo perderemos, y no solo eso, sino que seremos llamados siervos inútiles. Pero si somos fieles en lo poco, Él nos pondrá sobre mucho. No se trata de la cantidad de talentos que tengas, sino de la fidelidad con la que los uses.

Pregúntate hoy en este mismo instante: Cuando Jesús venga, ¿encontrará algo que hice con mi talento o no encontrará nada?

El Señor nos llama a la acción, a no quedarnos de brazos cruzados. Vivimos tiempos difíciles y el mundo necesita ver el reflejo de Cristo en nosotros. Cada obra que hagamos con amor, cada palabra de ánimo, cada enseñanza compartida y cada gesto de servicio se convierte en una semilla para el Reino de los cielos. No menosprecies lo que Dios ha puesto en tus manos, porque incluso lo que parece pequeño puede tener un impacto eterno. Usa tu talento, multiplícalo, y cuando el Señor regrese podrás escuchar las palabras más hermosas: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu Señor”.

Todos los entendidos alcanzarán misericordia
Difícil es el camino, pero Dios nos da la victoria