Algunos teólogos modernos quieren ver muchos de los milagros ocurridos en la Biblia como metáforas, no como realidades, incluso, ven la resurrección como una metáfora por igual y por ende no pueden ver el poder que se encuentra en esta.
Para hablar de resurrección lo primero que debemos hacer es hablar de la persona de Cristo, pues, Él, en gran poder y gloria, resucitó al tercer día y dejó la tumba vacía. Y eso de que Cristo resucitó es lo que mantiene a la iglesia con una esperanza viva de que en el día postrero también resucitará.
La gran esperanza de la iglesia de Cristo es la resurrección, de que este cuerpo mortal se revestirá de inmortalidad:
51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,
52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
1 Corintios 15:51-55
Imagine por un momento esta gran promesa y materializarla en su mente, hágala literal por un momento, porque realmente es literal, es así que ocurrirá, esto no es una metáfora, es un cuadro perfecto del día del Señor.
Años y años sin ver a su familiar o amigo que murió en Cristo, y en aquel día, sin importar que su cuerpo fue desintegrado o echado al mar, sí, en aquel día glorioso, Dios lo levantará de donde quiera que esté y de cualquier forma que esté, y ese cuerpo mortal lo convertirá en inmortal, y ese cuerpo corrupto lo convertirá en incorruptible.
Amados hermanos, si no creemos en la resurrección de los muertos, entonces tampoco creemos en el Evangelio, y si Cristo no resucitó tampoco nosotros lo haremos. Pero esta es la diferencia, que Cristo sí resucitó con poder y eso nos da la esperanza viva y latente de que nosotros en aquel día resucitaremos juntamente con Él.