Vivimos en un mundo envuelto en el caos en todo el sentido de la palabra. Nosotros como cristianos no somos el oro intocable donde no nos sucede nada, sino que nosotros también experimentamos el dolor, la enfermedad, la aflicción, el deficit económico, persecución; somos parte de todo esto, pero, la pregunta es: ¿Qué hacemos en esos momentos? ¿a quién acudimos?.
Sí, digo nuevamente que como cristianos también sufrimos, y mucho, pero lo bueno que debemos saber es que no sufrimos solos, que tenemos a un Dios poderoso al cual podemos y debemos acudir en esos momentos. Cuando la enfermedad toca a nuestra puerta también tenemos a un Dios al cual clamar y debemos tener fe en ello.
14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.
Santiago 5:12-15
El Dios de ayer es el mismo Dios de hoy y de siempre, pues la Biblia nos dice que en Él no hay sombra de variación, lo cual quiere decir que servimos a un Dios que sana en su infinita voluntad y misericordia.
¿Por qué no acudir a Dios cuando estamos enfermos? El apóstol Santiago dice que si alguno de nosotros está enfermo solo debemos ir donde los ancianos de la iglesia, quienes ungiéndonos con aceite en el nombre del Señor y esa oración de fe salvará al enfermo y lo levantará.
Hermanos, tenemos un Dios que sana, y Él sana lo peor, no importa lo que sea, sólo debemos confiar en su plena voluntad, en lo que Él quiere para nosotros, puesto que nuestro Dios sabe qué es lo mejor.
Ten fe, cree en Dios con todo tu corazón , Él está contigo como poderoso y gigante.