Oración de la mañana para antes de salir a trabajar

Ciertamente debemos poner todo en las manos del Señor y es bueno que antes de salir a la labor pidamos a Dios que nos ayude a tener un día de comunión independientemente de cuál sea el ambiente en el que trabajemos, que nos ayude a llegar bien a nuestro lugar de trabajo, ya que en el camino se pueden presentar dificultades.

No siempre los caminos que transitamos son seguros, ni tampoco las personas con las que compartimos jornada tienen la misma fe que nosotros. Sin embargo, lo que sí es seguro es que la presencia del Señor puede guardarnos y fortalecernos aun en medio de la incertidumbre. Una oración sincera antes de salir de casa abre la puerta a un día dirigido por el Espíritu Santo. El creyente que se pone en manos de Dios inicia cada mañana con la confianza de que el Altísimo va delante de él, allanando sendas, guardando pasos y dándole paz interior frente a los retos que vendrán.

Jeremías dijo lo siguiente:

7 Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.

8 Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.

Jeremías 17:7-8

Este pasaje nos recuerda que la confianza genuina en Dios no depende de las circunstancias. En el trabajo puede haber presión, estrés, injusticias e incluso tentaciones que ponen a prueba nuestra fe. Sin embargo, si confiamos en el Señor, seremos como árboles firmes, que aun en medio de sequías emocionales o espirituales siguen dando fruto. El creyente fiel no se deja llevar por el ambiente, sino que transforma el ambiente con su testimonio y perseverancia.

Recordemos que, nuestro lugar de trabajo no es una iglesia, allí encontraremos personas que querrán tentar nuestra fe para que pequemos y debemos pedirle a Dios cada día que nos ayude a soportar ese tipo de cosas para así mostrarle a Cristo a los demás y no terminar siendo dominados por la ira.

El ambiente laboral puede convertirse en un campo de batalla espiritual. Allí se prueban nuestra paciencia, humildad y carácter. Muchos querrán provocarnos, otros pondrán trampas o intentarán hacernos caer en discusiones innecesarias. Pero el cristiano maduro sabe que no pelea con carne ni sangre, sino con potestades espirituales. Por eso, necesitamos comenzar cada jornada vestidos con la armadura de Dios, con la mente en paz, y con la disposición de responder al mal con el bien. El testimonio en el trabajo es uno de los más poderosos sermones que podemos predicar.

Aquel que es fuerte no es quien piensa que puede guardarse a sí mismo, aquellos quienes somos fuertes somos los que tenemos al Señor como nuestra confianza, nuestra ayuda en cada momento y quien nos protege del maligno.

El proverbista dijo:

5 Fíate de Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia.

6 Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.

Proverbios 3:5-6

Estas palabras nos llaman a vivir con dependencia total. Muchas veces creemos que con nuestra experiencia, estudios o habilidades podemos enfrentar lo que venga en la oficina, el negocio o la fábrica. Sin embargo, la Biblia nos advierte que la verdadera sabiduría está en confiar plenamente en Dios. El que se apoya en su prudencia pronto tropieza, pero el que reconoce al Señor en todos sus caminos ve cómo Él acomoda hasta los detalles más pequeños de la vida. Un jefe difícil, una tarea complicada o un cliente exigente, todo puede ser enfrentado con paz si entendemos que Dios guía nuestros pasos.

El Señor es nuestra esperanza, y sin Él estamos completamente desprotegidos, por lo cual, te insto a que antes de salir de tu hogar cada día a trabajar digas al Señor:

1 Jehová, a ti he clamado; apresúrate a mí;
Escucha mi voz cuando te invocare.

2 Suba mi oración delante de ti como el incienso,
El don de mis manos como la ofrenda de la tarde.

3 Pon guarda a mi boca, oh Jehová;
Guarda la puerta de mis labios.

4 No dejes que se incline mi corazón a cosa mala,
A hacer obras impías
Con los que hacen iniquidad;
Y no coma yo de sus deleites.

5 Que el justo me castigue, será un favor,
Y que me reprenda será un excelente bálsamo
Que no me herirá la cabeza;
Pero mi oración será continuamente contra las maldades de aquéllos.

6 Serán despeñados sus jueces,
Y oirán mis palabras, que son verdaderas.

7 Como quien hiende y rompe la tierra,
Son esparcidos nuestros huesos a la boca del Seol.

8 Por tanto, a ti, oh Jehová, Señor, miran mis ojos;
En ti he confiado; no desampares mi alma.

9 Guárdame de los lazos que me han tendido,
Y de las trampas de los que hacen iniquidad.

10 Caigan los impíos a una en sus redes,
Mientras yo pasaré adelante.

Salmos 141:1-10

Este salmo se convierte en un clamor perfecto para cada jornada. Nos recuerda que no basta con orar por protección física; también necesitamos pedir a Dios que guarde nuestro corazón, nuestros labios y nuestros pensamientos. La tentación de responder mal, de hablar palabras hirientes o de unirnos a conversaciones impías está presente en todo lugar de trabajo. Pero si hacemos esta oración, el Señor mismo pondrá guarda en nosotros. Así, mientras otros caen en las trampas del enemigo, nosotros podremos seguir adelante, con la frente en alto, sabiendo que Él nos sostiene.

Oración matutina para antes de salir al trabajo

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La religiosidad en nuestro días