Existen muchas historias de perdón, de como hay personas que han perdonado a otras de cosas verdaderamente terribles y estos testimonios conmueven a las masas ya que vemos en ello una obra divina que no puede ser hecha por un humano al menos que sea Dios que ponga eso en el corazón. Sin embargo, entre todas esas historias existe una que es superior en todo el sentido de la palabra y es el Padre perdonarnos a nosotros.
La Biblia dice:
38 Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados,
39 y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree.
Hechos 13: 38-39
Hablar de Cristo es hablar del perdón porque en el momento que Él murió por nosotros en la cruz se demostró la obra de amor más espléndida que jamás haya ocurrido. Cristo soportó insultos, burlas, dolor y el peso del pecado de toda la humanidad por nuestra causa, ¿acaso eso no es el perdón más grande que haya existido?
También debemos saber que todo este perdón que Dios nos dio no era algo que merecíamos porque fuéramos buenos, sino que fue por su gracia y amor abundante hacia nosotros.
¿Cómo podemos recibir el perdón de Dios? Solamente debemos mirar a la cruz, a aquel madero donde el Hijo de Dios fue crucificado para nuestra salvación, allí, en aquel momento se derramó perdón y amor para nosotros.
En Cristo somos justificados, somos perdonados y tenemos abundante gracia. Así que querido hermano, sin importar lo que hayas estado pasando solo mira hacia la cruz y recibirás amor y perdón, y aunque tus pecados sean como el rojo carmesí, Él los hará blancos como la lana.
