Respóndeme pronto, oh Señor

Para el salmista David la alabanza era lo primordial en su vida, porque él sabía que el Señor se agradaba de ese hecho honroso, este hombre era de una fe enorme, la cual le fortalecía en sus momentos difíciles, y glorificaba a Dios de esta forma.

El cual hizo los cielos y la tierra,
El mar, y todo lo que en ellos hay;
Que guarda verdad para siempre,

Salmos 146:6

La alabanza a Dios, siempre tiene que mantenerse en nuestros labios, dando gloria al Señor por sus proezas, y por sus maravillas y por todo lo ha creado. Cuando vemos todas las cosas que nos rodean, el mar, los cielos, la luna y las estrellas, y toda la creación, entonces decimos, oh cuán grande eres Dios de los ejércitos.

Que hace justicia a los agraviados,
Que da pan a los hambrientos.
Jehová liberta a los cautivos;

Salmos 146:7

¿Quién es el que liberta al cautivo? Dios fuerte y valiente, el que nunca ha perdido una batalla, el que da pan al hambriento, sana las heridas de los que están enfermos, restaura el corazón del afligido y le cubre con sus alas.

Jehová abre los ojos a los ciegos;
Jehová levanta a los caídos;
Jehová ama a los justos.

Salmos 146:8

Todos debemos agradecer a Dios por su justicia, por su bondad para con cada uno de nosotros, porque Él merece toda la adoración, Él atiende y sana a aquellos que no pueden ver, fortalece a los caídos, pero ante todo ama la justicia y al justo, por eso debemos dar alabanzas a Él. Solo a Él, por los siglos de los siglos.

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Siervos inútiles somos
Bienaventurados los que son perseguidos
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