Sin duda alguna todos recordamos la emblemática historia de David y el gigante Goliat. Esta historia desde niños nos la han enseñado y aún estando adultos hemos escuchado cientos de prédicas referentes a lo que sucedió aquel día cuando los filisteos rodeaban al pueblo de Israel y todo el pueblo temblaba delante del gigante Goliat.
Y es bueno recordar aquella historia, ya que dada las circunstancias del momento parecía que los filisteos tenían la batalla ganada, sin embargo, dentro del pueblo de Israel había alguien que conocía al Dios de Israel, al Dios que abrió el mar rojo e hizo cruzar a su pueblo por el Jordán en seco, aquel hombre se llamaba David, y aunque no era un gigante, este estaba revestido del poder de Dios.
Para todos era imposible que David pudiese derrotar al filisteo Goliat, sin embargo, en una conversación que David sostuvo con el rey Saúl le dijo:
34 David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada,
35 salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.
36 Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.
37 Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.
1 Samuel 17: 34-37
David había pasado por varias circunstancias, tales como tener que enfrentarse a un león o a un oso, y estaba consciente de que aunque Goliat era grande, el Dios a quien él servía era mucho más grande que aquel gigante que le estaba haciendo la guerra al pueblo de Israel. Y tú, ¿crees que Dios es más grande que el momento difícil por el que estás pasando? Dios es Dios y no conoce lo imposible, y debemos conocer lo poderoso que es nuestro Dios.
Todos recordamos lo que sigue en la historia, y es que con una piedra David pudo derrotar a aquel gigante, pero recordemos que no fue simplemente la piedra, sino el poder de Dios que acompañaba a David. Queridos hermanos, nosotros estamos revestidos del poder de Dios, solo debemos creer en Él y a su tiempo Él derribará todo gigante que nos haga la guerra.