Cristo, nuestro abogado

Muchas veces cuando nuestra fe no está madura en el Señor tendemos a cometer ciertas cosas que están mal y pensamos que ya no hay perdón para nosotros, y hay quienes optan por salirse del camino con el pensamiento de que ya no son aceptos delante del Señor. He conocido personas así, recuerdo una vez un amigo que falló delante del Señor y luego de eso jamás se volvió a levantar, pero esto pasa muchas veces porque todavía no hemos comprendido la profundidad del amor de Cristo y el significado de su muerte en la cruz.

Juan escribió inspirado por el Señor:

1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

3 Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.

1 Juan 2:1-3

Lo primero es que nosotros como cristianos debemos hacer todo lo posible por no pecar, por mantenernos en una vida plena y en santidad delante del Señor. Pero, también debemos entender que somos humanos y que podemos cometer errores, pero el cometer errores no es motivo para aislarnos del Señor, para apartarnos de estos caminos, sino que debemos entender que en esos momentos tenemos un abogado delante de Dios, el cual es Jesucristo el justo.

La Biblia nos enseña que no seremos salvos por obras sino por gracia, o sea, esto quiere decir que en cierto modo la salvación no depende de nosotros, depende de la obra de Cristo concluida en la cruz, y es por esto que Juan dice en el versículo dos: «Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo».

Cristo entregó su vida por nosotros, a nuestro favor, para librarnos de la muerte y el pecado, y a través de esa muerte en la cruz Cristo perdonó nuestros pecados y por eso no debemos tener miedo en acercarnos a Dios cuando fallamos, solo tenemos que ir delante de Él, confesar nuestros pecados y pedirle la suficiente fuerza para no volver a caer en lo mismo.

Que el Dios de paz nos restaure en esos momentos y que siempre nos ponga en el camino.

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Partícipes de la naturaleza divina
Misericordioso es el Señor tu Dios
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