Amemos a nuestros enemigos

Es muy fácil amar a nuestros amigos, hasta se ve una obra completamente cristiana, pero amar a nuestros enemigos es una obra divina.  Es muy fácil amar a aquellas personas que nos hacen bien, pero no es lo mismo amar a aquellas personas que viven teniendo guerra contigo, que te hacen un mal constantemente.

Veamos lo que nos dice el libro de Mateo respecto a este tema:

38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.

39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;

40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;

41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.

42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?

47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?

48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

Mateo 5:38-48

Cuando leemos estos versos nos disgustamos y nos ponemos a pensar que somos cristianos pero no idiotas. Pero este no es el sentido que Jesús le da al texto, mas bien nos enseña un camino muy diferente al que se tenía en el antiguo testamento, y es por esto que en los versículos 43 y 44 nos dice que en vez de amar a nuestros prójimos y aborrecer nuestros enemigos como decían los antiguos, que amemos a nuestros enemigos, bendigamos a los que nos maldicen, hagamos bien a los que nos hacen mal y oremos por aquellos que nos persiguen y ultrajan.

Es difícil para nosotros amar a nuestros enemigos y pensamos hasta que es imposible. Jesús sigue siendo nuestro mayor ejemplo, vino a los suyos y no le recibieron y aún así les siguió amando, lo maltrataron y crucificaron y aún así dijo en su más tierna expresión:

Padre perdónalos porque ellos no saben lo que hacen.

Nosotros a veces somos expertos en seleccionar las cosas que nos gustan y somos tan expertos que lo tendemos  a hacer con la misma Biblia. El perdón no es negociable, no se puede solamente perdonar a aquellas personas que seleccionamos, Cristo nos ha enseñado a perdonar y a hacerle el bien ya sea a nuestro más cruel enemigo.

Al final del pasaje que analizamos en este artículo Cristo nos hace reflexionar sobre el amar a los que nos aman también. Dice que cuál es la recompensa de esa acción porque aún los publicanos hacen eso mismo.

De manera que, nos vuelve a repetir lo fácil que es amar a los que nos aman y que esto no nos da ninguna recompensa. Y al final nos concluye diciendo que seamos imitadores de nuestro Padre que está en los cielos.

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