No temas, sino habla, y no calles

Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios. (Hechos 18: 9,10,11).

Todos sabemos sobre Pablo, que anteriormente tenía por nombre Saulo de Tarso y perseguía la iglesia primitiva y todos le tenían gran temor. Él testifica lo siguiente en Hechos 26:

Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret;

10 lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto.

11 Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras.

Ahora vemos que los papeles son cambiados y aquel que perseguía a los cristianos para aprisionarlos, ahora se encuentra en diferentes adversidades y persecuciones por predicar lo que él mismo condenaba. Spurgeon decía que el apóstol Pablo fue grande en todo, pues si lo buscamos como perseguir fue probablemente el más grande en su tiempo, pero si lo buscamos como predicador fue el más eminente predicador del Nuevo Testamento.

Pablo se encontraba en momentos en que ya el pueblo judío donde se encontraba muchos no creían en la predicación de un Jesús y les incomodaba que Pablo hable con tanto fervor sobre Jesús, pero esto no fue una excusa para Pablo temer y dejar el ministerio, sino que dice: «Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo».

Algo que fortalecía mucho la vida del apóstol eran las palabras consoladoras de su Señor, pues Dios mismo le dice: «No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad». Sé que el apóstol tomó mucha posición cuando escuchó estas palabras, se revistió de una confianza mucho más resistente, porque sabía que aquel que le hablaba no era hombre para mentir, sino que iba a cumplir cada una de sus palabras y es de saber que esto le confortaba en su momento solemne en que los judíos le perseguían.

Muchas veces nosotros mismos nos encontramos sin salida porque pensamos en qué dirán en mi congregación si hablo sobre ciertos temas o qué dirán en las calles si hablo sobre el pecado de los homosexuales, entre otras cosas que se están dando en el día a día, sin embargo, nuestro llamado es predicar el Evangelio tal y como está escrito con toda sabiduría del Señor. Dios está con nosotros, no callemos la palabra de Dios, sino que esta sea como un fuego en nuestro interior.

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